lunes, 23 de noviembre de 2015

Jeff Buckley - Grace (1994)



No fue en el `94, que escuché Grace por primera vez, si no varios años después. Por casualidad, en un cuarto ajeno, de a pedazos, y me acuerdo que me pareció tan glorioso. Una tortura exquisita. No recuerdo cuando, ni cómo, pero sé que lo escuché casi compulsivamente en el correr de esos meses. Me lo dedicaron. También está eso.

Y en el trabajo, esas oficinas vidriadas de Zonamerica -con Last Fm de testigo- me vieron repetir algunos temas obsesivamente. Mojo Pin era y es mi favorito. Concedo que mi paladar musical nunca fue muy sofisticado -más bien ecléctico- y en aquel entonces la juventud me imponía temas alegres, diversos y por lo general de alto tempo. Sin embargo, Buckley me cautivó, me pareció un músico que debía ser reservado exclusivamente para las noches de sonambulismo amoroso. Para los apasionados, los que les rompieron el corazón a tijeretazos, los enamorados insufribles y claro, los raros, los excepcionales. Para personas que no pueden vivir sin música. Aquellas que buscan sentir y vivir raudamente.
**Ellas** son canciones que resultan brutales, en todo sentido. La voz de 4 octavas y media llega a niveles imposibles, rompiendo con todas las barreras de protección sentimental que pone la racionalidad. Las derrumba con el sólo soplar del rango vocal y los arreglos instrumentales. Es terror sin adulterar para un novato del amor.
Last Goodbye, no es un tema de Jeff, pero su interpretación no deja de ser única, es desgarradora, removedora y pura. Cada vez que la escuchó, aunque pasen minutos o años - de intervalo feliz- me emociona. Me hace querer correr a la casa de mis grandes adversarios y golpear aquellas puertas, hasta la catarsis de volver a capturar ese amor perdido. Encontrar esa mirada que lo sabe todo, que comprende exactamente el dolor que llega a reflejarse en ambos rostros.
No todo es magia, pero casi todo. So Real, me aburre un poco, quizás porque los demás temas agotan mi sensibilidad. Lilac Wine, irónicamente siempre llega a ser mi hoy, *Hipnotized by a stange delight* singing *Where´s my love* Una pregunta que toda persona, llega a hacer inconscientemente, aunque se vista de Darth Vader, porque el amor de uno es importante. Sea quien sea. Dure lo que un lirio o sea tan eterno que se haya consumido antes de tiempo. Y Lover, You Should've Come Over, se suma a la letanía del no ser correspondido. Cuando en realidad, si uno siente verdaderamente esa extraña sensación, que vocifera a medias voces Jeff, a susurros, y a armonías… Bueno, nada importa, verdaderamente, nada es tan importante. Sólo el “it´s not to late” que cierra el capítulo, con moralejas que no se cumplen.
Grace trae canciones engarzadas por quebranto y revelación. En este disco, es verdad que el tiempo y el amor, a veces nos convierte en mentirosos. Creí odiar Lilac Wine cuando la escuché por prima volta, por melancólica, por desesperada. Creo que hasta me impacienté cuando dieron el Play porque yo vivía un amor de rosas, precisamente en el momento de la escucha y me pareció terrible engañar al corazón con tanto dolor. Luego, la vida cambia y uno se refugia en aquello que no encajaba antes con el panorama sentimental del momento.
Inevitablemente, siempre lloro con Hallelujah, demás está decir que Leonard Cohen compuso este opus que siempre arranca maravillas en la mente de uno. Y su Hallelujah es sombrío y asombroso. Pero Jeff Buckley es Jeff Buckley, lleva en su hombro a Tim Buckley y sus increíbles y delicadas canciones, algo varoniles por demás pero llenas de resonancias disimiles. Mientras el disco único de su hijo, es otra cosa. Un algo extraño compuesto de música nocturna alterando sensibilidades dispares, que son por sobremanera supraterranales y disonantes conceptualmente. La genética es una cosa y la experiencia vital es otra, la carrera emocional de Jeff, llega a ser un tributo a su madre, como músico ha ahondado en un camino distinto al de su progenitor, a pesar de su cuasi celeridad.
Mary Gilbert merece una estrella dorada. Una de las que pulsan el cielo realmente. Dicen que el amor de madre es un misterio difícil de entender. Y uno lo visualiza cuando ve la cruzada, digna de una lacrimosa, que ha hecho por rendir tributo a su hijo. El mundo de oyentes le debe aplausos por armarse de valor y seleccionar los tracks (incompletos) que componen ****Sketches for My Sweetheart the Drunk**** después de que Jeff se ahogara trágicamente en un accidente tan insensato como tremendo a los 30 años.
Enterrar a otro músico, le tocó a Gilbert, después de perder a su esposo en 1975, por una sobredosis de heroína, cuando él tenía tan solo 28 años.
Recuerdo encontrar el disco, de casualidad, en la tienda de música del Galpón, y constatar que ya estaba prometido a otra persona, y que había que pedirlo especialmente a USA. Desilusión vaga. La tapa ecléctica colorida me seducía y me repelía a la vez. Mi Jeff era melancólico, era oscuro, era ese de la chaqueta azul con piedras engarzadas, ¿sería azul?, como aquel amor que yo misma había perdido. Era un músico lleno de misticismo que te emocionaba con la mirada, cuya voz llenaba los cuencos del corazón, alguien distinto. Escuchando Sketches en youtube, descubrí que Jeff era otro, el mismo pero que yo nunca lo había conocido. Alguien digno de descubrir y alguien alegre, aún al ser misterioso y profundo. Como una cañada que trasmuta en un Río. Your flesh is nice/ Everybody here wants you/ Morning Theft / I know we could be so happy baby (if we wanted to) / You & I / Jewel Box / The Sky is a Landfill / todas ellas y más son Buckley.
La ruta escénica nos lleva a sus grandes hits, las declaraciones de amor de la crítica, el culturismo que se apodera de su obra. Más allá de eso, vale la pena descubrir al músico que amaba la ruta. Always on the Road, como cuando murió. El que se reía a carcajada, el que tocó en centenar de bandas antes de hacer estrellato público con su voz laureada. El que llamaban Scottie y creció muy americano, y le encantaba el tour y hacer performances sorpresas con seudónimo. El que no tenía sed de fama, pero tenía sed de música, de vivir. Para descubrirlo hay que abrir la caja de pandora y escuchar sus bootlegs, sus Live at Siné, at Berlin and so ON.
Claro que todos los temas de Jeff pueden padecer de la enfermedad del oxímoron lírico. Un peligro para el lector, parecido a esta nota. A veces peca de melosa o de tintes trágicos. Implícitamente buscan emocionar, te empujan al balcón, a tirarte o a disfrutar la vista. Estrellas para descubrir, sombras de árboles para explorar con la mirada, el aroma de la noche en las narinas, los jazmines del vecino que se implantan en la mente, o el cigarro olvidado en algún cenicero de estudiante de bohardilla. Es un placer raro, la conversación espontanea con alguien y escuchar que el nombra fugazmente una canción de Jeff, azarosamente, una correspondencia directa como un tiro al corazón. Nunca le erra.
Pero Grace y toda su obra, recopilada a posteriori, es rock clásico. Rock de la más pura cepa. Hay “Yeahs” que se abren en guitarras eléctricas y siguen un beat desquiciante, siempre bello. Sus antecedentes hablan de blues y soul, sus miles de performances en vivo, hablan de lo diverso que puede llegar a ser y también del porte de su genialidad. Poco es decir que ha sido galardonado por las generaciones que no lo conocieron. No quiero citar la cantidad de premios que ha acumulado hoy, ahora rendidos en la pira fúnebre, que nunca fue. De todas formas, todos sus grandes entusiastas, le dan el mejor premio, cada día que ponen Play. Y él sigue regalando marchas triunfales, baladas, covers que son sólo patrimonio suyo, himnos al amor.
Si Grace fuera el último disco sano en la tierra –post bombardeo apocalíptico– quizás sería suficiente. Ni hablar de sus hermanos apócrifos. Montag y el fénix a salvo.
Zala.
***
Postcript
[Como persona que se dedica al audiovisual y ama al cine, no puedo dejar de recomendar, a todo escucha, que se digna responsable, visualizar la figura sensual y poderosa de Jeff Buckley en vivo. Quizás es demasiado para ustedes. Quizás les pasa como a mí, que lloran haberlo conocido post mortem, y piensan que podría haber sido un compañero para su vida, porque era quien sentía realmente / un iluminado de los secretos de la vida / un ser sensible / alguien que trovaba, que buscaba amor./ Pero alguien muy divertido, gracioso, con alma de niño / Por unos segundos tremendos sufrí su muerte como un allegado como una perdida mía / Pero más allá de lo terrible de su muerte, beber con los ojos lo bondadoso de su genialidad, el detalle de su atuendo, su espontaneidad y el compromiso con su arte / las tomas cuidadas a su guitarra en los videoclips varios que hay / la iluminación que le dibuja el rostro y aquella irreverencia mágica de su voz. Les juro que no salen perdiendo.]



Listado azaroso de algunos temas que merecen escucha:
Grace
Your flesh is so nice
Everybody here wants you
I know it´s over”
Calling you
I know we could be be so happy, baby (if we wanted to be)
All Flowers in Time (c/ Liz Fraser)
Je n'en connais pas la fin


Dylan tribute

If You See Her, Say Hello

Mama, you´ve been in my mind


I shall be released
The Other Woman
Just like a woman

Las canciones a Nina Simone
Performance Live at Sin-é (ciclo)
Morning Theft
Jewel Box

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