Comenzar la facultad con Leo fue
productivamente frustrante: los eternos viajes en el 145, las arduas esperas,
el olor a gas en La
Tablada como el último aroma antes de irse a dormir, los profesores petulantes
y decadentes, las borracheras, la lógica proposicional y esos “alias” que uno
conoce en el patio y suelen decir: “Te gusta A y B: entonces te tiene que
gustar C”. Nada de misterios, uno se acoda a la barra más amena y simplemente
espera la cofradía. Esa que llega con lo justo y necesario para cada uno:
falsas ilusiones, sentimientos correspondidos y una avalancha de
manifestaciones artísticas afines: “Te
gusta Alice in Chains y Screaming Trees: tenés que escuchar esto”. Un disco
de Mad Season aguardó en la mano de aquel cuyo nombre no recuerdo. « ¡Cómo
no!», fue mi intrínseca respuesta. Y así nacen esas amistades que se mantienen mientras uno tiene la necesidad de que le
suministren música y otro la necesidad de suministrarla. Esas amistades que
duran hasta que uno de los dos abandona la facultad o muere por sobredosis de apatía.
lunes, 13 de abril de 2015
miércoles, 8 de abril de 2015
Loquero - Temor morboso a la exposición pública (1997)
Con mayúsculas irán los nombres de
los temas, no todos, no da.
Entre paréntesis pedazos de las
letras y citas mal hechas a autores malechos.
Después, consideraciones personales
acerca de la obra.
Empieza por acá,
“América hundida en la miseria,
todos necesitan amor, esa es la única razón”.
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