En los años noventa el
programa Dínamo de X FM tenía una sección que se llamaba ‘Perdedores pop’, en
ella se presentaban algunas bandas o músicos que por alguna razón no habían
conseguido el éxito merecido. No recuerdo quienes formaron parte de ese
espacio, solo recuerdo quien abrió el segmento: Otis Redding, polémica elección
(aunque compartida), porque el dios de ébano murió poco después de grabar ‘The
Dock Of The Bay’, y no conoció la canción terminada, ni el éxito que la canción
logró internacionalmente que lo hubiera convertido en un artista global en
vida. De esos casos, me viene a la mente Big Star como grandes perdedores, con
un sonido que tenía todo para llenar estadios. Pero no quiero referirme a
perdedores, quiero referirme al triunfo inesperado de Corin Tucker, que si
fuera por su voz ya tendría todas las credenciales para ser destacada. Ésta
mujer integra Sleater-Kinney, una banda incendiaria que en 2015 volvió para que
le devuelvan lo que le pertenece y aún más. A finales del año pasado, la
noticia me invadió y me llenó de alegría, ya que mi fanatismo por la banda se
acrecentó casi en el momento en el que se separaban.
Después de la gira que
acompañó a su obra maestra The Woods,
decidieron darse un impase. Las actividades que habían encarado sus integrantes
me daba poca esperanza que volvieran. Mientras Corin Tucker inició una convincente
carrera solista, su socia musical Carrie Brownstain creó el programa de comedia
Portlandia (en época de sequía musical el programa se transformó en la mejor
banda de rock que podías ver).
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No
Cities To Love es la respuesta a todas la expectativas,
el disco es directo y sin beneplácitos, rápido y nervioso, urgente sería la
palabra. Las chicas rockean pero son demasiado inteligentes para solo quedarse
en eso. Sin querer crearon un clásico instantáneo. Fue una espera demasiado
larga, solo mató la ansiedad los dos adelantos del disco, los cuales
presagiaban que el disco podía ser un regreso serio, en especial por la segunda
canción presentada, “Surface Envy”, donde la voz de Corin Tucker la hace
presumir y deja el trabajo instrumental a la altura de mis expectativas: las
guitarras de Carrie y Corin dialogan, son amables, de camaradería. Las melodías
son inteligentes desde la base rockeras, con el giro preciso para volver a las
canciones verdaderas gemas. A lo largo de todo el disco Corin suelta todos sus
trucos, su manera única de estirar las notas de una forma emocional, quejosa y
confrontativa (como se arruga su frente cuando emprende las notas más altas). Su
voz también puede ser evocadora y aleccionadora, aumenta el riesgo al convencernos con versos como los de “Surface
Envy” (“We win, we lose, only together, till we break the rules”). Corin tiene
de esas voces que puede crear todos esos sentimientos encontrados. Pero a la
cantante más audaz y completa la encontré en la penúltima canción del disco:
“Hey Darling”, la voz flota en la melodía mientras comparte sentimientos
profundos que develan por qué estuvieron fuera del circuito durante todo este
tiempo. “No conozco a nadie que pueda cantar así. Y conozco a un montón de
gente que ni siquiera va a querer cantar así”, le dijo Carrie al New York Time
acerca de cómo suena la voz de Corin. Esta es la gran estrella
del disco, mientras Carrie es la estrella mediática gracia a la popularidad del
show televisivo. Es por eso que Corin se impone. No hay una cantante como ella,
su voz se erige entre las más destacadas de la época, es la mejor cantante viva
o por nacer. Su triunfo es por cómo le ha puesto el cuerpo a la música: una
señora cuarentona cantando rock, la gordita cachetona vestida para la ocasión
que tiene una voz arrebatadora (antes me hubiera enojado que la llamaran ‘la
gordita’).
**
Sleater-Kinney siempre
gozó de la aprobación de la prensa especializada. Pero nunca tuvo ese momento
de explosión cómo el que gozó Liz Phair con el ‘Exile in Guyville”, que obligó
a Matador Records a negociar con un sello multinacional para que se hicieran
cargo de la demanda que estaba teniendo el disco. Siempre se movieron en
huestes de indie rock, mientras contemporáneos llenan estadios en aburridos shows
acompañados por panderetas. El sonido de este trío no se ha oxidado, es
abrumador ver los shows que están haciendo, calor y potencia es lo que
transmiten vía You Tube. Seguramente la experiencia de presenciar un concierto
debe ser como caer en la tormenta perfecta: dos cantantes que al armonizar sus
voces, recuerdan a los mejores momentos de las bandas de chicas de los
sesentas, intercambiando el liderazgo (incluso dentro de la misma canción), como
dos fuerzas de la naturaleza chocando. Se escucha claramente que ninguna de las
dos quiere intervenir en el espacio de la otra; solo en el momento que una
tercera voz se presenta, parecen encontrar una tregua por quien tiene el mejor
papel de la película. Detrás de los dos tornados, Janet Waiss choca contra estas
dos, aunque su mayor aporte es su precisión como baterista: toda energía y
sexualidad, escuchar la fuerza
atronadora que nace desde los golpes profundos, gordos y siempre originales,
imposible desasociarla hoy del sonido de la banda. Mientras Carrie y Corin
tienen un duelo eterno por el pasado que las relaciona, Janet se ocupa de lo
que mejor sabe hacer: aporrear tambores y darle seguridad a sus compañeras para
que prosigan estirando su pugna. Si se las ve, Carrie tiene todas las de
ganar, ella es la guitar hero menos sospechada; al igual que al momento de no
tener banda creó un programa de televisión, como guitarra es audaz. Lo de ella
no es solo tirar riff rápidos para dejarte aturdido y estúpido, su estilo es de
armonías, eliminando casi en su totalidad los solos. En escena, baila, se
contorsiona y es desafiante, parece imposible perderla de vista. Cuando los
torpes movimientos de Corin se muestran, sos atrapado por el poder de su voz. En
ese momento todo se termina, hay un dominio psicológico que ejerce sobre
nosotros los incautos, todo está en esa voz. Los años le han dado a Corin
Tucker una madurez y precisión. Siempre me emocionó, hoy me desarma.
Se puede hablar de las virtudes individuales de cada una, pero es lo que
las une y las hace únicas el remolino que se forma dentro del trío al momento
de ejecutar sus instrumentos. Demuestran en este disco todo, aún tienen mucho
para dar, los años les dieron la calma para replantear sus vidas y para una
vuelta implacable. Pero siempre termino volviendo a lo mismo: las canciones de
Carrie son estupendas, pueden ser los cortes del disco, pero se mete Corin y
todo cambia, todo mejora. Un ejercicio tonto puede ser contraponer el disco de
Carrie y Janet de Wild Flag, dos tercios de la banda en otro contexto, con un
sonido semejante. Un gran esfuerzo, pero siempre te quedas esperando el
lanzallamas.
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Me derivé en otras cosas porque no estoy interesado en describir el
disco canción a canción, ésta es una obra integral. Las voces y los versos se
funden entre las dos cantantes, lo mejor es escucharlo y ser partícipe de esta
vuelta. Nos privilegia la época que da la posibilidad de conocer al instante
éste disco que no tiene desperdicio. Hace más de diez años las conocí de fotos,
entrevistas, reseñas de sus discos y la página web más fea e incompleta que
recuerdo (cuatro miserables enlaces tenía, que no llevaban a ningún lado). Por
alguna razón me alcanzó y bastó para ser incondicional, porque el día que las
escuché no hubo vuelta atrás. Es algo que me pasa muy a menudo, una muestra me
alcanza para decidir si seguir perdiendo el tiempo en los artistas que se
vuelven carne en uno.
Este disco se editó en enero y no creo escuchar nada este año que lo
supere, éste es un disco que transpira como nos hizo transpirar el verano 2015;
aunque fue editado en el invierno de ellas. Presentándose en lugares cerrados,
los privilegiados se amontonan y aprietan para verlas tocar más de cerca, y al
final se van de las salas empapados y satisfechos por haber estado en la vuelta
y ser parte de un mundo donde Sleater-Kinney pueden provocar al escucha atento;
que cada vez son los menos. Deberían estar llenando estadios (y ver si rompen
al axioma). Bueno que la popularidad de Carrie en televisión lo haga posible,
porque el acontecimiento del año es No
Cities To Love.
El único defecto del disco es que
solo dura treinta y dos minutos.
Este disco sería un corazón envuelto en papel de estraza tirado en la
calle. La mayoría lo va a ignorar, al que se anime a levantarlo, desenvolverlo
y escucharlo latir, le puede salvar la vida.
Este blog es una fantasmada, por suerte lo reconocen en el nombre. Un asco esa manera de escribir y el contenido
ResponderEliminarputo
EliminarWow qué altura. puta en todo caso
ResponderEliminarDice AnónimOOOOOO.
EliminarBorran los comentarios. Fascistas de la opinión, no bancan nada. Para qué hacen un blog de opinión? para qué habilitar dejar comentarios si solo permiten alcahueteadas?
ResponderEliminarInti
Cualka
ResponderEliminarPuto el que lee
ResponderEliminaro el que comenta