lunes, 18 de mayo de 2015

Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota - La mosca y la sopa (1991)


La mosca y la sopa fue el primer disco de los redondos que escuché. Había escuchado temas desperdigados pero nunca un disco entero.

Me acuerdo que en los cumpleaños de quince, siempre cerca del final, pasaban “Mi perro dinamita” y “Un poco de amor francés” y todos nos volvíamos locos. Así que una noche de esas, medio borracha, le pedí a un compañero de clase que me prestara algún casete. “Cuidámelo”, me dijo al lunes siguiente, mientras metía La mosca y la sopa dentro de mis manos. Yo asentí con la cabeza.

Apenas llegué a casa, me encerré en el cuarto y lo escuché: una, dos, tres veces. “Salando las heridas” fue el tema que amé desde el principio. Cerraba los ojos y movía la cabeza al ritmo de la música. Había encontrado algo. Me había encontrado. ¿Yo? Yo, ricotera.

Enseguida me di cuenta que tenía que tener mi propia copia. Fui al almacén y compré un casete virgen de una hora. Pero como en casa no había doble casetero, tuve que ir hasta lo de mi abuela, allá por el barrio Buceo. Pintó emoción. Las distancias se habían acortado. Y lo volví a escuchar mientras se grababa, y más tarde empecé a escribir las letras: lapicera en mano, cuadernola y meta play y meta stop. Y a lo último (infaltable), mandaba la cantadita leyéndola.

Santiago, mi compañero, me prestó varios. Lobo suelto/cordero atado se convirtió en mi disco favorito. Así como “Una piba con la remera de greenpeace” y “Espejismo” en mis canciones preferidas. Ana, una amiga del barrio, gracias a un legado de sus hermanas mayores, hizo que me llegaran los temas inéditos. Desde ahí es que soy Caryl Chessman y Brigitte Bardot a la vez, aunque nadie lo entienda.

En un cumpleaños de quince, un pibe que me gustaba, mientras chuponeábamos me preguntó: “¿Vos nunca cogiste escuchando a los redondos?”. “No”, le contesté. Él rio.

Entonces este disco me hace acordar a un viaje de ómnibus de ocho horas, escuchándolo sin parar porque no había otra cosa. Me recuerda el vino suelto rosado dulce y cortado con pomelo, sentados en el murito. Me vuelve el olor a vómito, el gusto dulce del después al tomar agua. Las PR dibujadas en el banco o en el pizarrón. Las remeras de Nirvana del Santi. Las embarazadas que abandonaban el liceo, que siempre eran las que me caían bien y que después se notaba mucho su ausencia. Las peleas a la salida, las revolcadas por el suelo. La guerra eterna con liceo nº 14. La vez que hicimos cabeza y logramos que la clase entera no entrara. Las cartas de la Meche dobladas ingeniosamente, las letras gorditas y con sombra, el wordart. Las chinches que robaba Mauro de las carteleras y que después ponía sobre los bancos para hacernos gritar. Al canario diciendo que no teníamos gollete. El tatuaje de Kurt Cobain. Los casetes: darle para atrás, para adelante. Correr la cinta con la lapicera. Unir la parte rota con esmalte de uñas rojo. “Every breath you take”. Los besos interminables en alguna esquina. Los robos de medias can can los sábados en el supermercado, los bolsillos profundos de la alpha con varios pares porque en cada cumpleaños de quince se nos rompían. La remera de los redondos y arriba la polar. Los cigarros y las risas del recreo. La foto que estamos todos en el patio y éramos felices.

Cuando tocaron en el estadio centenario en abril del 2001 no fui. Mis padres no me dejaron y no sé por qué no mentí y fui igual. Mi amigo Santiago iba, más me lamento. Yo lo escuché desde la azotea de la casa de una amiga que vivía cerquita. Fue el penúltimo toque que la banda hizo antes de separarse. Y yo no fui. Y me voy a arrepentir toda la vida.

Si este disco fuera un polvo, sería uno de esos adolescentes, sin condón y con acabada afuera. Borrachos y de parados, apoyados en un kiosco tras la fuga de algún aburrido cumpleaños de quince.

Petaca.


3 comentarios:

  1. yo tambien conoci a los redondos gracias a este disco, recuerdo que mi viejo tenia un monton de casettes y entre ellos estaba la mosca y la sopa de los redondos el cual pase durante toda mi niñez en los 90's escuchandolo hasta que en el 2001 cuando tenia 14 casi 15 y le dije a mi viejo que queria ir y fuimos a verlos y fue algo impresionante solo basta con oir el audio del recital que esta en youtube para darse cuenta lo que fue ese show y lo que fueron en si los redondos que junto a la renga mantuvieron en alto la bandera del rock independiente y de las buenas canciones y no de ceder antes presiones de discograficas ni productores y ser fieles a si mismos.

    ResponderEliminar
  2. yo tambien conoci a los redondos gracias a este disco, recuerdo que mi viejo tenia un monton de casettes y entre ellos estaba la mosca y la sopa de los redondos el cual pase durante toda mi niñez en los 90's escuchandolo hasta que en el 2001 cuando tenia 14 casi 15 y le dije a mi viejo que queria ir y fuimos a verlos y fue algo impresionante solo basta con oir el audio del recital que esta en youtube para darse cuenta lo que fue ese show y lo que fueron en si los redondos que junto a la renga mantuvieron en alto la bandera del rock independiente y de las buenas canciones y no de ceder antes presiones de discograficas ni productores y ser fieles a si mismos.

    ResponderEliminar
  3. Que lindo relato.
    Yo tambien los conocí por cassete. Viví toda mi vida en Brasil y por eso no tengo el recuerdo o la nostalgia de esos tiempos en Argentina. Un dia un hijo de uno amigo nuestro argentino, que estaba de vacaciones en Brasil me prestó el.cassete de La Mosca y La Sopa, yo nunca habia escuchado hablar de Los Redondos, bueno...me enamorè de las canciones y hoy conosco halgo mas del grupo. Años despues mi padre se fue de paseo a Argentina y me trajó un CD del Indio Solari, Porco Rex.

    ResponderEliminar