lunes, 9 de marzo de 2015

Kath Bloom - Finally (2006)




La primera vez que la escuché me enamoré del amor de otros. En esa escena perfecta y cursi de Before sunrise, sospeché que Kath Bloom era fea de cara pero que sabía compensarlo. No me equivocaba.

Yo no sé nada de música y tengo gustos raros y dispares. Por eso mismo escucho muchas cosas desprejuiciadamente, como música country, por ejemplo, que tanto le gustó siempre a mi viejo y me hacía escuchar desde chiquita (incluso me bautizó con el nombre de una canción de James Taylor). En este folk de Bloom huelo ciertas melodías que me recuerdan a las mañanas de algunos fines de semana, poco comunes en realidad, en que escuchábamos a Kenny Rogers o a nuestro tan querido James Taylor.



Años después de enamorarme con "Come here" escuché por primera vez todo el disco Finally, mientras preparaba el corazón y las valijas para volver a la casa paterna. Fue un poco como encontrarme con recuerdos inventados, esos que sabés que no corresponden a algo vivido y aún así se sienten propios. A pesar de tener menos de diez años, el disco suena como algo viejo, quizás sean canciones grabadas hace más tiempo, no tengo idea ni me da la melomanía para ponerme a googlear. Yo sólo escucho fascinada eso que reconozco como un poquito de sangre, sudor y lágrimas de una madre soltera que en sus ratos libres traducía en letras simples y con un par de acordes armaba canciones. Y siento que hace demasiado calor para este disco, que lo escucharía mejor caminando por una avenida envuelta en un abrigo inmenso.

No me molestan los clichés de Kath Bloom, los tópicos propios del género ni que tres canciones de corrido se parezcan melódicamente demasiado. Su voz de tía sonriente me prepara con las dosis justas de nostalgia y ansiedad para emprender un camino de ida y vuelta a mi ciudad natal y a la que elegí para vivir. De a poco va oscureciendo y no prendo las luces. Miro el humo del cigarrillo flotar sobre mi cabeza apoyada en las rodillas en una posición incómoda pero que me rehúso a dejar.

Termina el disco y busco la escena en Youtube. Es una burbuja de te-toco-y-no-te-toco con la tensión y la ternura en un equilibrio exquisito.

Yo creo que disfruto esa cosa inexplicable que me cierra el pecho y me da ganas de llorar, un poco por masoquista, otro poco porque lo necesito.

Si este disco fuera una época del año, sería finales de otoño.


Eclipse.

3 comentarios:

  1. A mí come as you are me hace acordar al arroz con leche, una tarde soleada y la textura de la pared de una casa vieja. Pero: 1) todo eso es una farsa, un exceso de atención, una patología social, 2) a nadie le importa el conjunto de asociaciones personales y azarosas que hago.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí me importan tu asociaciones. Gracias por compartirlas.

      Eliminar
    2. ese comentario podria ser un post del blog

      "si este tema fuera una comida seria arroz con leche"

      Eliminar